Carta abierta dirigida a estudiantes de Trabajo Social
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Aprovechando que está semana ha sido el ‘Día Mundial del Trabajo Social’, me gustaría escribir una carta abierta dirigida a todos aquellos que actualmente estén estudiando la carrera, y que en un futuro inmediato pasarán a ser compañeros de profesión.
Y me gustaría
empezarla con la parte más difícil de este camino por la simple razón de que conocer
la realidad es la forma más adecuada de aceptar y construir el camino y sobre
todo nuestra experiencia laboral y/o profesional
Por lo que, en
primer lugar, os voy a decir que se conoce que es el Trabajo Social
cuando se sale al mundo real, porque durante cuatro años y en mi opinión
estamos en una especie de burbuja, es decir, mucha teoría y poca práctica.
Aunque un punto a favor es que cada día la
carrera está más orientada a la excelencia y va mejorando poco a poco, pero no
será hasta que empieces a ejercer cuando conozcamos de primera mano la
realidad.
Otra realidad es
que no, no vamos a cambiar ni a salvar al mundo (a gran escala) con
nuestro trabajo, ya que ese tipo de soluciones requieren de políticos,
instituciones y derivados, y de momento no tenemos varita mágica que
solvente este tipo de problemas.
Y no, con esto
no quiero desanimar a nadie, pero la gran realidad del Trabajo social es esa, la
exclusión social y/o desigualdad no va a acabar solo con nuestro trabajo. Y
creedme, ojalá pudiéramos acabar con todas estas situaciones a golpe de varita
y con nuestra implicación. No podemos luchar contra gigantes.
Otra gran
realidad que no nos cuentan es la precariedad laboral que existe en la
profesión y de que parece que no existe otra salida que trabajar en lo pública.
Lo primero es
real, la precariedad laboral es enorme y es algo que poco a poco debería
empezar a dejarse atrás ya que hay compañerxs con contratos muy dudosos en
condiciones tanto económicas como laborales, así como horas extras que no ven
recompensadas.
Y lo segundo, es
que sí, lo público existe y es una opción pero el ejercicio libre cada vez
es más real, y cada vez hay más compañeros que deciden emprender y
embarcarse en este camino.
Hablando de lo
público, opositar no es un paseo, quien decida optar por esta vía lo
primero que tiene que saber es que es un camino largo, tedioso y en muchas
ocasiones frustrante por muchos motivos: Escasas convocatorias,
exámenes que no se corresponden a las funciones del Trabajo Social, tasas espeluznantes,
temarios infumable y un largo etc.
Y hasta aquí lo
negativo, sí, se que puede parecer abrumador, pero creedme cuando os digo que hubiese
agradecido que me hubiesen dicho este tipo de realidades
A pesar de todo
lo comentado, luchar por el Trabajo Social merece la pena, y personalmente
estoy muy orgullosa de haber escogido la profesión, y seguir cada día intentando
por lo menos aportar mi granito de arena.
La profesión ha
dado pasos agigantados, cada vez hay más formación, los colegios profesionales
cada vez están más al día y luchando por visibilizarnos pero aun así debemos
seguir remando y conseguir avanzar por
conseguir un trabajo social digno, y con ello una sociedad más inclusiva, y que
por fin se nos ponga en valor nuestro trabajo.
Todavía nos
quedan pequeños cambios que deben llegar como por ejemplo el conseguir que se
nos siga conociendo como ‘asistentas sociales’, o la mera tramitadora de
ayudas. El trabajo social es más que eso, y prueba de ello es que el abanico
es cada vez más amplio.
Solo me queda deciros que luchéis, que os sintáis
orgullosxs de la profesión, y que nos vemos pronto en el camino
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